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Una de Guerreros

La niña y el caballero.

Ella sabía que su corazón estaba marchito y aun así continuó a su lado.

Cuando en las manos llevas la sangre de mil hombres y en los hombros descansa el peso de innumerables almas, el corazón se oscurece y deja que los sentimientos sean ecos lejanos imposibles de percibir.

Matar no resultaba difícil para un hombre nacido de la guerra y raro era el día que no destripaba a algún pobre desgraciado por el mero hecho de haberse cruzado en su camino.

Fuerte, bien entrenado y pertrechado, pendenciero, astuto y desalmado, era la viva representación de un jinete del apocalipsis desterrado y venido a menos.

7 años había estado al servicio del Emperador y las atrocidades que fue obligado a cometer lo habían transformado en una bestia sedienta de sangre. No era fácil servir en el ejército más poderoso del Mundo y menos aun cuando el Emperador que lo comandaba era el mal hecho carne…

Aquella mañana el frio se clavaba en los huesos como agujas de bambú recién astilladas. El caballero sentía el frio metal de la armadura en cada poro y el grueso forraje de cuero no parecía ser suficiente abrigo. Fue mala suerte que su general decidiera dejar las cálidas costas para colaborar en la campaña del norte y él no podía hacer otra cosa que seguir a su general.

Cuando salió de la calle principal y cruzó el arco que servía de entrada al mercado de la ciudad, vio la escena más terrorífica y grotesca que había tenido la oportunidad de contemplar en sus más de 25 años como mercenario.

Esos pequeños cuerpos expuestos en las galerías no podían ser obra de seres humanos…

Jaulas llenas de niños, cuerpos de niños desollados colgados como ganado, miembros amputados vendidos al peso…

Ese lugar parecía de todo menos un mercado.

El caballero calló de rodillas. ¿Qué tipo de aliados tenía su Emperador en las regiones del norte? ¿Quién en su sano juicio comerciaba con la carne de niños en los mercados de una ciudad? ¿Por qué se permitían tales salvajadas sin hacer nada para evitarlo…?

En ese momento sintió lejano pero vigoroso el eco de sus sentimientos. Todas las emociones que llevaban aparcadas décadas salieron de golpe al exterior golpeándole tan fuerte que sintió como su alma se rompía en miles de pedazos.

No volvería a poner su espada al servicio de semejantes monstruos. Levantó la mirada y justo delante de el reposaba una jaula. En su interior una niña de pelo azabache y ojos negros como la propia oscuridad que lloraba desconsolada.

Sin mediar palabra el caballero abrió la jaula, sacó a la niña y la agarró con un brazo como si se tratara de un saco. Cuando los allí presentes intentaron detenerle, las cabezas y miembros amputados comenzaron a flotar por la estancia, estaba claro que nadie podría evitar su huida…

Cuando el caballero y la niña se alejaron de la ciudad lo suficiente como para sentirse fuera de peligro la niña le dijo que se detuviera.

El caballero se detuvo, dejó a la niña en el suelo y se quitó el casco lentamente.

La niña le miró a los ojos y le preguntó porque la había salvado poniendo en riesgo su propia vida. Por qué un mercenario curtido y sin escrúpulos dejaba todo atrás para salvar a una niña que ni tan siquiera conocía segundos antes.

El caballero con lágrimas en los ojos y una voz rota y casi inaudible dijo: La vida es un ciclo infinito de pena, decadencia, muerte… quiero romper la rueda! No sé cuántas vidas he cercenado, ni cuantas familias mutilado… pero… quiero cambiar.

La niña cogió su muñeca con toda la delicadeza que unos dedos de 3 años son capaces de aplicar y le dijo: La vida puede ser un ciclo infinito de alegría, bondad,  vida… hagamos girar la rueda! Aun podemos ayudar a muchas familias a recuperar sus vidas… puedes cambiar.

Quien iba a decir que 13 años después, esa niña ahora convertida en emperatriz, cabalgaría a lomos de un semental de guerra comandando el ejército de hombres libres más grandes que ha conocido el mundo, para desbancar a ese temible Emperador.

Como ya sabéis colgaremos todas nuestras historias en el blog ya que en Instagram nos vemos en la obligación de cortarlas.

Gracias!